Taekwondo y bienestar
Reflexión sobre como un deporte mejora el bienestar individual y social
El presente ensayo se nutrió del aporte de dos compañeras de entrenamiento de Taekwondo del club de la Universidad de Antioquia. Gracias a Karen y Roxana por sus comentarios y aportes.
Practicar un deporte es una garantía para lograr el bienestar humano, una condición necesaria que se promulga en cada receta médica o en cada recomendación alusiva a la salud física y mental. Los efectos físicos y mentales, bien documentados en la literatura internacional, son la clave de la calidad de vida; no obstante, los elementos particulares de esos efectos son diferenciados en cada deporte, y algunos tipos de deportes se fundamentan en una estructura cultural que alimenta esos efectos.
En la práctica constante de un deporte se construyen valores, los cuales se pueden reflejar en la vida cotidiana. El sistema de valores es una construcción cultural, aunque valores como la libertad, la equidad y el respeto pueden ser considerados como globales. En este sentido, una serie de valores heredados por la cultura se ven reforzados con otros que se adquieren mediante la exposición a instituciones particulares, por ejemplo, la práctica de un deporte. Al estar inmersos en un deporte compartimos discursos que se combinan con una serie de reglas no formales previamente adquiridas, los llamados modales. Estos modales que vienen de los valores son variados y se van construyendo de acuerdo con los contextos, precisamente, el espacio deportivo es un contexto particular. El lugar de entrenamiento es un espacio de relacionamiento que expande nuestras fronteras sociales, además, nos nutren con recursos para sortear la vida en sociedad y alimentan nuestro sistema de valores con beneficios para hacer de la vida merecedora de ser vivida.
Sin embargo, las características particulares de cada deporte han estado ocultas bajo generalidades argumentativas. Esa forma de razonar con generalidades evita escrutar cualidades de deportes como el Taekwondo que son diferenciadas con relación a la generalidad de otras disciplinas; aludiendo, por supuesto, al hecho de pertenecer a las artes marciales como categoría deportiva. En este sentido, la discusión sobre los efectos de los deportes en la calidad de vida es diferenciada en cada disciplina deportiva y para identificarla se requiere ahondar más allá de sus relaciones físicas y consecuentes equilibrios mentales. Aunque algunos estudios han mostrado la relación entre el Taekwondo y el bienestar subjetivo, Weiss y Millera (2019) muestran que el Taekwondo no ha tenido una suficiente comprensión en el contexto de la investigación psicológica. Los estudios se basan en encuestas donde miden con escalas de likert a los practicantes y controlan otros grupos de no practicantes con el fin de modelar sus valoraciones subjetivas de autoestima o bienestar físico o mental como una evaluación perceptiva (Weiss y Millera, 2019; Tadesse, 2015); igualmente, se ha estudiado su uso para la prevención de la violencia en adolescentes (Zivin et al., 2001). Pero no se ha abordado el tema de las ventajas del Taekwondo para mejorar el bienestar individual y colectivo evaluando los elementos connaturales a la práctica de este deporte específico, más allá de la referencia al clásico libro de Park y Gerrard (2000). Aunque algunos estudios, desarrollados en artistas marciales en general, muestran las bondades del deporte en la salud mental (Konzak y Boudreau, 1984; Kurian y Caterino, 1993; Petrovic, 2017). Con este contexto, el objetivo del presente ensayo es evidenciar argumentos de la relación entre el Taekwondo y el bienestar humano, una aproximación a partir de historias de vida e información particular del Taekwondo con algunos elementos de la literatura sobre bienestar y calidad de vida.
En este sentido, el ensayo se enfoca en mostrar algunos elementos constitutivos del bienestar y la calidad de vida; seguido por argumentos desde el Taekwondo que se pueden considerar como aquellos que aportan directamente al bienestar. El ensayo es para optar por el grado de cinturón negro, los autores son parte del Club de Taekwondo de la Universidad de Antioquia, Colombia. En el escrito no se verán las generalidades de los beneficios del deporte en sí mismo o los perfiles de los practicantes como se observa en otros estudios (Bridge, et al., 2014; Kurian y Caterino, 1993); en su defecto, nos enfocaremos en algunos elementos valorados como diferenciadores del Taekwondo que, desde nuestra experiencia como practicantes, consideramos importantes para mejorar el bienestar individual y social.
Punto de partida: bienestar y calidad de vida
El bienestar o calidad de vida son conceptos enmarcados dentro de la evaluación de las condiciones en las cuales el ser humano vive. Si bien son dos palabras diferentes, su uso académico y político se confunde, en general, se considera el bienestar como expresión de la calidad de vida. Aquí vamos a puntualizar una forma de comprender el espacio evaluativo de los dos conceptos, sin entrar a profundizar en su discusión teórica. En este sentido, interesa más aquellos cambios en las condiciones del ser y el hacer, que los elementos materiales en sí mismos; en tanto, lo material o los recursos son un medio que requiere ser convertido en significado para la vida. Un mejor bienestar implica un cambio cualitativo o cuantitativo en aquellos elementos constitutivos de la vida, a saber, el estar o el ser. Por ejemplo, el dinero es un medio por el cual se puede acceder a educación, pero el cambio en la calidad de vida o el bienestar se manifiesta en la función que desempeña la educación en la vida, el estar educado para llevar una vida más digna de ser vivida. En esta línea, se puede ejemplificar una casa como recurso o medio para estar protegido del frío, las violencias e incluso esquivar la muerte. Entonces, el tema de los medios y la capacidad para convertirlos en fines o logros es la pregunta central de una propuesta de bienestar enfocada en el ser humano; convertir un medio en el resultado deseado implica un proceso de oportunidad de acceso al medio y capacidad de usar el medio para transformarlos en forma valiosa del ser y el hacer. Tener la oportunidad de hacer deporte no implica que ese hecho haga del individuo una persona más respetuosa o responsable, en esencia se debe evaluar la capacidad de la persona para convertir ese medio (deporte) en una forma valiosa para la sociedad. No obstante, algunos deportes como las artes marciales tienen una diferencia con los demás porque insisten en cultivar un proceso de valores al tiempo que se entrena el cuerpo.
La perspectiva tradicional de la evaluación de la calidad de vida y el bienestar va a contar la casa y el dinero como fines últimos del progreso, es una visión económica del bienestar donde se privilegia la respuesta a la pregunta ¿Cómo le va a los mercados y la economía? En lugar de poner la atención a la pregunta ¿Cómo les va a las personas en tal o cual contexto?. La perspectiva humanista y de la teoría de las capacidades de Amartya Sen (2001, 2009) y Martha Nussbaum (2001, 2011), enmarcada en la filosofía Kantiana de la valoración de la humanidad, nos lleva a considerar el bienestar y la calidad de vida solo cuando la evaluamos en el espacio del ser humano, no en función de los recursos o medios. Así, el ser humano se convierte en el fin último del progreso, de una vida merecedora de ser vivida en tanto el florecimiento llega al convertir una serie de medios en funciones valiosas para la persona y la sociedad. Precisamente, será la forma de comprenderlo en el presente ensayo.
Este giro comprensivo de la calidad de vida y el bienestar permite asociarlo con elementos particulares del Taekwondo, aquellos que hacen florecer la vida y aportar al fin de buscar más humanidad y esquivar privaciones que devienen del enfrentamiento cotidiano con las realidades sociales. La exposición del presente ensayo, partiendo de la perspectiva de la calidad de vida centrada en el ser humano, va a posicionar el Taekwondo como disciplina deportiva que nos ayuda a lograr alcanzar una mejor calidad de vida y por ende un mayor bienestar. Vamos a mostrar que el Taekwondo es un deporte que potencia al ser humano en sus metas de lograr ser y hacer mejor la vida, para sí mismo y para la sociedad. Nuestra premisa es que el Taekwondo es una expresión filosófica vivida en un deporte y que su práctica se extiende a un estilo de vida que genera bienestar.
Del entrenamiento físico a un sistema de valores.
El Taekwondo, más allá de ser solo un deporte, es un estilo de vida que se encuentra basado en cinco (5) principios generales: cortesía, integridad, perseverancia, autocontrol y espíritu indomable. Principios integrados en la actividad cotidiana del entrenamiento, una relación que proyecta el Taekwondo como un deporte de integración entre mente, cuerpo y alma; a través de esta relación se espera incorporar aspectos físicos, psicológicos y espirituales en el entrenamiento (Park y Gerrard, 2000). La forma de experimentar ese relacionamiento físico y emocional depende de cada escuela o centro de entrenamiento, se espera que reforzar esos valores permite una construcción de bienestar integral.
La cortesía es el comportamiento noble, educado y gentil que se refleja hacia las demás personas. Incluyendo el respeto que se debe a quienes nos rodean, ya sean compañeros de entrenamiento, profesores, estudiantes o personas que no hagan parte del círculo social del deporte. Integridad es uno de los principios más importantes, sin restar importancia a los otros cuatro; ya que en él encontramos la consciencia que se refleja a los demás y aquella que se practica incluso cuando nadie está viendo. Es reconocer lo bueno de lo malo o lo correcto de aquello que se considera incorrecto socialmente. Perseverancia más allá de intentar algo hasta alcanzarlo es ser lo suficientemente paciente para llevar un proceso sano y aceptar que todo posee un tiempo prudente para llevar a cabo un resultado de calidad, ser perseverante es tener buena actitud en el proceso ya sea rápido o lento y trabajar para alcanzar con constancia las metas establecidas. El autocontrol, como la palabra lo dice, es el temperamento que posee la persona, la capacidad de mantener la calma ante una situación de presión o simplemente desagradable al ser. Por último, pero no menos importante, tenemos el espíritu indomable, aunque muchos podrían mal interpretarcomo rebeldía, se refiere en realidad a certeza de actuar con convicción y seguridad al tomar una decisión basándose en la justicia y la honestidad.
El sistema de valores se refuerza en cada práctica. Se realiza un juramento al final de cada sesión, ello hace del Taekwondo un ritual donde el practicante tienen periodos de reflexión sobre sus acciones, decisiones morales cotidianas que realiza el individuo , que bajo un refuerzo constante, influencia sus acciones en la vida cotidiana. Investigaciones sobre el comportamiento humano, desde la llamada ciencia del comportamiento (Muñetón et al., 2017), concluyen que las decisiones cotidianas están influenciadas por los diferentes contextos que nos rodean, algunos culturales y otros construidos como forma de diseño arquitectónico para encuadrar las decisiones. En este sentido, el hecho de incorporar en una práctica deportiva la reflexión moral, implica que dichas reflexiones se proyectan en la forma como los individuos enfrentan la vida, en sus decisiones se observa la moral. Este simple ritual de la repetición de los valores, aunque sea un momento corto del entrenamiento, actúa como el refuerzo en el sistema de valores que guía la relación con los demás y la vida en sociedad.
El comportamiento del individuo en sociedad es el reflejo de la forma como se toman decisiones. El proceso mediante el cual se toman decisiones se puede comprender en la perspectiva de Kahneman (2011), quien evidencia en sus investigaciones que las decisiones humanas pasan por un sistema complejo que nos permite llegar al resultado, son dos sistemas los que tenemos y dependiendo de la complejidad de la información y el entrenamiento de la persona, actúa uno o el otro. El primer sistema es el intuitivo o perezoso, el segundo, el racional o trabajador. En general, los seres humanos somos predecibles y nuestro sistema intuitivo es el que domina en la vida cotidiana; tomamos decisiones por razones intuitivas, no razonadas, solo confiamos en que nuestra experiencia hace del juicio más infalible. El primer sistema se refuerza con las prácticas cotidianas, nos entrenamos en percepciones sencillas que actúan inconscientemente. En este sentido, el sistema de valores del Taekwondo, reforzado en cada entrenamiento, hace que nuestras decisiones intuitivas fluyan por valores que van en pro de ayudar al crecimiento individual y colectivo.
En el Taekwondo, así como se entrena una patada circular, un desplazamiento o un reflejo, pasa con las demás decisiones de la vida cotidiana, se van entrenando sin ser percibidas. En analogía con el Taekwondo, y en general para muchos deportes de reacción, se repite el movimiento físico hasta que se obtiene la habilidad mental, el razonamiento del movimiento y, más importante, se adquiere la memoria corporal que actúa de forma intuitiva ante el movimiento del contrincante. Ese entrenamiento del primer sistema hace que las reacciones ante dilemas morales sean intuitivas.
A diferencia del conjunto de los deportes, el Taekwondo entrena el sistema de valores: cortesía, integridad, perseverancia, autocontrol y espíritu indomable. Valores encarnados en los practicantes para que sirvan como contexto para la toma de decisiones. Repetir bajo la práctica constante que la cortesía se practica en pequeños actos de respeto con los superiores y con los demás colegas, son elementos transferidos a los valores de una sociedad de valorar los mayores y la sabiduría que se encarna en la experiencia. La integridad, en relación con la proyección del Taekwondoka a sus círculos familiares y laborales, implica trasladar comportamientos internos a la práctica hacia sus formas de vida cotidiana. Perseverancia es un valor para reforzar la idea asociada a que los logros no son inmediatos, los resultados se consiguen con enfrentamiento continúo de las dificultades, sin desfallecer ante los escollos que se van presentando un valor de gran valía en una sociedad de la inmediatez, donde el esfuerzo se ve como el enemigo del éxito y la perseverancia como una condena. Igualmente, bajo el entrenamiento de un arte marcial, el autocontrol nos lleva a manejar la ira y los desajustes de la paciencia, en un país como Colombia donde el “otro” lo vemos como el enemigo y nos entrenan culturalmente a ser contestatarios, agresivos y que privilegiemos el festín de la crueldad bajo la premisa del dominio sobre nuestros semejantes; en este caso, reforzar el autocontrol nos lleva a activar el sistema racional y reflexivo ante cualquier tipo de agresión externa, cuando una persona del común va a reaccionar usando el sistema intuitivo, peligroso bajo nuestra cultura porque eso significa responder con violencia. Por su parte, el espíritu indomable se manifiesta en coraje para enfrentar las decisiones, una persona que poco se conforma con los resultados, alguien que propone la forma de lograr el objetivo que, manteniendo vivos los demás valores, innova, proyecta, se esfuerza y consigue sus objetivos, un valor que evita que los practicantes de Taekwondo se encasillen en estándares, no se ajustan al molde, lo rompen. Ser Taekwondoka es entrenarse para la vida.
Un sistema de grados como recompensa y reflejo jerárquico del respeto.
En el Taekwondo existe un legado jerárquico heredado de la tradición militar en la historia de Corea. Si bien hasta hace unos años la historia del Taekwondo se remontaba a orígenes indígenas del arte marcial, en recientes publicaciones académicas se evidenció los orígenes en el karate japonés durante el periodo colonial (1910-1945) y, apelando a la defensa de sus raíces coreanas, sin influencia externa, se crea un mito de identidad nacional en el Taekwondo (Moening et al., 2016). Es decir, algunos académicos sostienen que el origen no es ancestral y que la raíz es contemporánea; no obstante, la narrativa institucional y en otros círculos académicos, más amplios que los contradictores, incluida la Federación Mundial de Taekwondo, sigue defendiendo sus orígenes ancestrales por el beneficio político y cultural de Sur Corea. Sin embargo, tanto desde la tradición ancestral como desde aquellos estudios que ubican las raíces en el periodo colonial, el Taekwondo ha estado ligado a las fuerzas militares, como sistema de defensa y ataque sin armas.
Amparado en la milicia, donde el respeto a los superiores es dignificado con el comportamiento de reverencia, el Taekwondo tiene un sistema jerárquico simbolizado en colores que llevan los cinturones. El blanco es el primer grado, representa la pureza y la inocencia, cuerpo y mente listos para iniciar y absorber conocimiento; seguido por el amarillo, que representa la semilla ya sembrada, la comprensión inicial de los conocimientos en el deporte; el verde representa el crecimiento de la persona en conocimiento, es el “árbol” fruto de esa semilla sembrada en el inicio; el cinturón azul representa el cielo, las alturas alcanzadas en el crecimiento, el cinturón rojo representa la culminación de un proceso físico y a su vez el inicio de un proceso ahora mental y espiritual, es el alcance en conocimiento de técnicas y suficiencia física para comenzar un proceso más específico de autocontrol en el siguiente cinturón. El cinturón negro es la consolidación de la formación avanzada, sin embargo, éste es otro inicio del camino, representado por los llamados “Dan”, si inicia con el primer Dan hasta el noveno Dan, se incluye un grado honorífico de décimo Dan que solo pocos personas obtienen por méritos. Cada grado posee en sí un significado de ser que influencia en el debido proceso de ascenso de cada persona en el deporte.
El cinturón representa el grado de ascenso logrado por el practicante, después del entrenamiento y una serie de exámenes que lo acreditan como merecedor del cinturón. Ello implica un proceso de recompensa en la práctica, un meta que va más allá de la competencia per sé. En la teoría del bienestar, la meta implica un proceso mediante el cual el ser humano se proyecta en su vida, proyectar los logros se convierte en la referencia de aquello que quiero alcanzar en la vida para placer y satisfacción del fin pleno, una vida dignificada; en términos de Taekwondo, la dignidad se va logrando a medida que pasamos del cinturón blanco al negro, y transitamos por los diferentes “Dan”. Cada grado merece el respeto y la reverencia de los grados anteriores, como sucede en la milicia, importa el grado por encima de la edad y solo cuando los grados son iguales, la edad entra en juego. En este sentido, la recompensa al proceso a través de los grados y la educación en el respeto, juegan un papel importante en la calidad de vida que promueve el Taekwondo.
La referencia con la vida cotidiana se manifiesta en la planeación del sentido de la vida, de forjar un proceso que nos lleva a la meta deseada, el orden, la planeación, la perspectiva, los logros por procesos y la materialización del resultado, son los elementos que el deportista recoge para su vida. Aquí nos referimos a la facultad de tener logros internos como los cinturones que son un mecanismo de compensación progresiva a los resultados, también aplicaría una proyección por resultados externos, en la competencia en modalidad de combate o poomsea (esquemas de ejecuciones técnicas que representan la filosofía de cada grado). Sin embargo, ese mecanismo de recompensa por competencia es común en todos los deportes, por eso no lo detallamos.
El enfoque marcado en el respeto juega un rol determinante en la consolidación de la humanidad en cada practicante. Los recursos morales principales en los seres humanos son el respeto y simpatía (Glover, 2012). El ser humano merece respeto solo por el hecho de ser humano, una máxima Kantiana que asumimos como sentido común, pero se va esfumando al verse las tasas de homicidio, agresiones contra menores, feminicidios, secuestros y toda una serie de actos agresivos contra nuestro prójimo. Ese festín de la crueldad al que asistimos socialmente debe tener formas de contrarrestarlo, el Taekwondo es una forma de esquivarlo. El respeto en el Taekwondo lleva al practicante a usar un buen lenguaje y modales dentro y fuera del dojang (lugar de entrenamiento) donde prima la cortesía y el ambiente de respeto entre todos los practicantes. Un respeto desde el saludo hasta la despedida, se insta al practicante a tratarse como humanos merecedores de atención, toda persona es valorada como tal y, aunque existen rangos, estos se usan como símbolo de dignidad, por tanto, se espera que el superior sea más cortés con los de rangos inferiores, cosa que no se observa en el fuero militar, en este sentido el Taekwondo ha evolucionado para ganar humanidad en su práctica. Es así, como el respeto y la simpatía son valores consustanciales al Taekwondo, entonces, toda persona que ingresa al deporte va a recibir ese sistema de valores que son los principales recursos que debe tener un individuo para mantener viva la humanidad y proyectar una sociedad inclusiva.
Para concluir
Las relaciones entre el bienestar y el Taekwondo se muestran desde un punto de vista sugerente, pero no se hace una evaluación de relaciones causales. El ensayo entrega puntos de partida para investigaciones que pueden ayudar a mejorar la valoración del Taekwondo como forma de vida, con la idea de evidenciar mejoras en el bienestar. Con el ensayo se motiva a preguntarse por aquellos beneficios no explorados de la práctica del Taekwondo. Con tesis contundentes sobre la influencia del Taekwondo en el bienestar y la calidad de vida, se deja una ruta de posibles investigaciones donde se pueda medir y comprobar lo planteado en el presente ensayo: el Taekwondo tiene elementos diferenciadores de los demás deportes que hace que el ser humano se potencie y aporte a la construcción de una sociedad con más y mejor bienestar. El ensayo es una invitación a practicar Taekwondo y verlo más allá de un deporte, como complemento moral para la vida.
Bibliografía
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Bravo. Me encanta esa reflexión académica a raíz de la práctica deportiva.