Por estos días de pandemia, con el tercer pico haciendo estragos en los centros de salud y los gobernantes firmando normas de restricción de actividad social, comienza a operar el nuevo sistema para clasificar la población en pobre o vulnerable (Sisbén versión IV). Desde el 2016 el Departamento Nacional de Planeación (DNP) crea la versión IV del Sisbén, una propuesta para evitar los llamados “colados”, es decir, aquellas personas que se clasifican como pobres o vulnerables, cuando en realidad no lo son. Con ese objetivo en mente se comenten desaciertos para la política social del país: se pasa al otro problema, excluir a población pobre de la atención social, debido a que el algoritmo los clasifica como no merecedores de la atención social. Para una discusión interesante sobre el mismo asunto, con énfasis en dato como herramienta para la justicia social, les recomiendo el informe de la fundación Karisma: Experimentando con la pobreza: El Sisbén y los proyectos de analítica de datos en Colombia. Espero dar más elementos a la discusión e invitarlos a participar del debate.
Del Sisbén III al IV
El Sisbén versión IV, así como las anteriores versiones, busca identificar a los potenciales beneficiarios de programas sociales. Es decir, quiere clasificar la población teniendo en cuenta su vulnerabilidad y pobreza. Pero, en el caso de la versión IV se pone la atención en la capacidad de generar ingresos de las personas y, en corregir la deficiencia de información registrada en la base de datos, este último bajo la sospecha sobre la veracidad de información reportada por los ciudadanos. Recordemos que el objetivo del Sisbén es construir una lista ordenada de las personas de acuerdo a un puntaje, con esa lista se identifican los potenciales beneficiados de las ofertas sociales. En esencia, bajo la sabiduría del Estado, encarnada en el DNP, se les asigna una etiqueta a las personas que las identifica como merecedoras o no de los programas sociales. En las versiones anteriores, el número asignado iba de 0 a 100, donde cero era el menor valor posible (mayor vulnerabilidad o pobreza); 100 el mayor. En la versión IV, también se genera un rango de 0-100, pero se clasifica las personas en cuatro grupos (A, B, C y D), dentro de esos grupos hay subgrupos. La versión III no se puede comparar con la versión IV, una persona que tenía 45 puntos en el Sisbén III, no puede saber su equivalencia en el sisbén IV.
Expuestas las necesidades del cambio de la metodología, se adopta un nuevo enfoque:
“A diferencia del Sisbén III, que se basa en un enfoque de capacidades y adopta una medida de estándar de vida, la nueva metodología propuesta incluye la estimación de un índice de focalización individual basado en la presunción de ingresos”. (DNP, Conpes 3877).
El Sisben IV, según el DNP, suma el enfoque de ingresos al enfoque de calidad de vida. No obstante, la variable que se busca explicar en la metodología estadística es el ingreso per cápita del hogar; lo que hace la versión IV del Sisbén es predecir el ingreso de largo plazo con la información de la base de datos del Sisbén. Las variables que se usan para la predicción del ingreso son: variables demográficas, mercado laboral, vivienda, tenencia de activos y salud; no se logra ver el detalles de ninguna de esas en el documento conpes 3877, ni otros del DNP, al respecto se trata como información secreta. La medida no es transparente. Nos piden confiar en la capacidad del Estado para comprender la pobreza, la vulnerabilidad y la calidad de vida, sin consultar a quiénes día a día se enfrentan a los problemas de estar alimentados o tener salud. Ahora bien, para hacer la estimación de los ingresos, no se usa la base de datos del Sisben, para estimar los parámetros de la ecuación se usan los datos de la Gran Encuesta Integrada de Hogares que luego le aplican a las respuestas de la población en el formulario del Sisbén. En este sentido, la nueva metodología busca estimar la capacidad para generar ingresos, a mi juicio un retroceso conceptual a la hora de considerar el problema.
El Sisbén IV, un avance incierto.
Centrar la atención en predecir el ingreso futuro dependiente de las condiciones de vida de población nos devuelve a la discusión sobre si es el ingreso un buen orientador de la vida que llevan las personas; recordemos nuestras discusiones sobre la pobreza por ingresos y otro post sobre las múltiples dimensiones del pobreza. Parece que el Sisbén IV incluye las perspectivas mencionadas, pero no es así, puesto que al buscar explicar la generación de ingresos, asumimos que todas las variables explicativas, como la educación, la salud o la vivienda, se miden en el espacio evaluativo de los ingresos; es decir, con la medición se olvida el enfoque de las capacidades, no importa las oportunidades para lograr una vida digna, se declaran variables sin consulta pública, se mantiene la política de la desconfianza, se desestima el proceso que debe enfrentar cada individuo para lograr sus resultados.
Un ejemplo puede ilustrar el problema con más claridad. Una persona que vive en barrio periférico de la ciudad de Medellín, con un carro modelo 80 (un activo importante en la ecuación), trabajador independiente (usa su carro para transportar personas al interior del barrio), educación (bachillerato completo) y salud (sin problemas), pueden ser suficientes para que el Sisben IV le diga que su capacidad para generar ingresos es alta, no pobre, por tanto, excluido de los programas sociales. Al parecer, todo bien hasta este punto. Pero, resulta que una realidad de nuestros barrios periféricos es que toda persona con un carro debe pagar un impuesto a los grupos armados ilegales, para rodarlo, para parquearlo, hasta para lavarlo. Entonces, la persona evita salir a trabajar porque lo exigido por los grupos violentos supera su capacidad para lograr ingresos; es decir, la capacidad de un activo, su condición educativa y de salud, están restringidas para lograr lo que asume la ecuación del Sisben IV. En est ejemplo, si bien tienen lo requerido para lograr ingresos futuros, la persona esta privado de la libertad para lograrlo porque los grupos violentos le quitan la posibilidad de una mejor vida. La capacidad de generar ingresos falla porque sencillamente la construcción de un concepto de pobreza debe consultar las realidades sociales y hacer participe a las personas que han estado excluidas, pues es sobre quienes recae toda experimentación social. Una definición donde solo participa el DNP y los sabios de la vulnerabilidad, es una imposición.
El problema de la definición sobre la pobreza y la vulnerabilidad es la clave. A propósito Colombia, en el conpes 150, define la pobreza desde dos enfoques, ingresos y multidimensional. El primero, define líneas de pobreza y pobreza extrema con base en una población de referencias y su canasta de bienes de consumo, además de un proceso de deflactación espacial de precios; el proceso lo hace una misión de expertos. El segundo, se basa en la metodología de Alkire-Foster con el objetivo principal de hacer seguimiento al plan nacional de desarrollo 2014-2018. En ningún caso se realizó una consulta social para definir, por ejemplo, para la medida de ingresos: los bienes prioritarios y la población de referencia; tampoco, se hace una evaluación de la pobreza multidimensional del país, fue una decisión del gobierno de turno que hábilmente incorporaron en el Departamento Nacional de Estadístca (Dane) como “La medida”. Obviaron el paso de la construcción deliberativa de las dimensiones que más afectan a la personas, aunque fueron conscientes de que la medición era para el seguimiento del plan de desarrollo. El problema fue hacer de dicha propuesta la medición oficial de pobreza de país, que continúa vigente aún después de 3 años de haber caducado el plan de desarrollo. Por eso, no es de extrañar la ausencia de la dimensión de violencia en la medición multidimensional de la pobreza, cuando es la que mayores privaciones genera en Colombia. Hasta la fecha, no existe un consenso social sobre la definición de la pobreza en el país.
Entonces, el Sisben IV sufre la ausencia del consenso en dos vías: primero, hereda el problema mencionado de la definición de la pobreza; segundo, basa su medición en otras variables ocultas que, a su discernimiento, son las más importantes para evaluar la vida diaria de las personas, en función del ingreso. De nuevo, se olvidan las discusiones sobre el razonamiento colectivo y la elección social, con grandes exponentes como Amartya Sen (ver “collective choice and social welfare”). Ante tanta sabiduría estatal se esperaba un enfoque abierto y transparente al escrutinio social, al menos lograr un concepto nacional sobre la pobreza. Un consenso social sobre lo que significa la pobreza implicaría mediciones robustas, sociedad bien informada, transparencia en la destinación de los recursos, hasta se puede lograr el control ciudadano para incluir población con necesidad y excluir a quiénes abusan del sistema social.
Ante la operación técnica, no hubo tiempo para discutir el enfoque, al menos no se logra discernir con claridad en los documentos oficiales. En el Sisben IV se olvidan del enfoque de las capacidades al centrar la atención en el ingreso. El desarrollo humano y la base de todas las discusiones de objetivos de desarrollo sostenible 2050, además, de una creciente corriente de académicos, encabezados por Amartya Sen, sustentan la tesis de comprender las mediciones de la vida de las personas en el espacio del ser humano, en lugar de centrar la atención en la cantidad de recursos y medios que poseen. Es importante anotar que, el enfoque de las capacidades sustenta la medición multidimensional de la pobreza bajo el método Alkire-Foster, mismo que adopta Colombia. En este sentido, con la actualización del Sisbén buscaron una integración técnica con los datos, menos una discusión de enfoque.
En este sentido, los riesgos de no pensar en el enfoque nos llevan a reflexionar sobre la inclusión de las variables y la forma de medirlas, cosa que no podemos discutir porque la operación es una caja negra que entrega el resultado sin dar detalles. Por ello, con el Sisben IV algunas preguntas de la conversión de los ingresos en capacidades, siguen sin resolverse. Al darle más importancia a los ingresos, se pierden de vista preguntas esenciales, por ejemplo: ¿Cómo se convierten los ingresos en nutrición? Puesto que estar nutrido es un logro en el espacio de las capacidades que depende de aspectos como la tasa de metabolismo, el índice de masa corporal, entre otras, además, de la forma cómo se distribuye la comida al interior del hogar y las prácticas de exclusión internas.
Un compromiso moral
Lo que queda después de analizar el documento que justifica el cambio del Sisbén es que se centraron en ser cazadores de los errores de inclusión, aquellos que están “colados” o que no merecen la benevolencia del Estado. Sin embargo, ese gran logro puede generar un problema de exclusión al considerar un enfoque basado en la capacidad de generar ingresos, un criterio miope que puede dejar más población fuera los programas sociales. Igualmente, vale la pena plantear la discusión sobre la predicción de los resultados de vida con variables probables (ver la investigación donde incluso usando modelos sofisticados de machine learning no se logra predecir los resultados de la vida); los métodos participativos y la deliberación pública puede ser una respuesta razonable. Al parecer, explorar los métodos de conteo para la agregación de las variables, como los de Alkire-Foster, puede ser mejor alternativa. En todo caso, un consenso moral que debemos asumir es medir la calidad de vida en el espacio del ser humano, en términos de la capacidad que tiene cada individuo de hacer y ser en la vida. Una responsabilidad moral es centrar las mediciones en la libertad que tienen las personas para lograr vivir las vidas que tienen razones para ser valoradas como dignas. En este punto, el Sisbén debe mostrar todas las privaciones que impiden que cada individuo logre alcanzar esos mínimos sociales que los faculta como personas no merecedoras de recibir asistencia social.
Mujer en Monteria Córdoba.
Fuente: https://unsplash.com/photos/CoSrenicVRk?utm_source=unsplash&utm_medium=referral&utm_content=creditShareLink
Qué master class. Debería publicar en Razón Pública o La Silla Vacia.